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A lo largo de la vida profesional muchos se han encontrado con la famosa dicotomía entre tradición e innovación. 

En unos casos se defiende específicamente el valor de las tradiciones en la empresa, de sus costumbres, de sus productos clásicos, en resumen, de todo el legado que aporta su historia empresarial y la de las personas que integran su plantilla.

En otros muchos casos se defiende la importancia de la innovación, de los nuevos productos, de las nuevas generaciones en sus plantillas, del online, de la tecnología, las Apps y de la ruptura con las anticuadas maneras de trabajar.

En mi opinión, ni una ni la otra es cierta totalmente, tomada individualmente. Hay que saber encontrar el equilibrio entre tradición e innovación.

Tiago Da Cunha

Por un lado, la tradición es necesaria, pues transporta el legado de la cultura de la empresa, de sus valores y de la identidad que permite que sus clientes, empleados y el mercado en general se identifiquen con esa empresa.

Como ejemplo pertinente podemos nombrar a Apple.

Es su tradición desarrollar productos con un diseño llamativo, enfocados en su uso intuitivo. Un Applemaniac que hubiera viajado en el tiempo durante 20 años quería encontrar en Apple hoy en día, el mismo tipo de efecto “wow” que había conocido 20 años atrás.

Otro ejemplo, son las multitudes de bodegas de vino en manos de una misma familia desde hace generaciones.

A lo largo del tiempo, sus productos de calidad han dejado una identidad, una huella que el mercado reconoce y valora.

Cojamos el caso de la empresa Dow. Una bodega de vinos de oporto portuguesa. Leyendo en su botella “fundada en 1798”, nos despierta el interés en sus productos.

Por otro lado, la innovación tiene reconocida fama. Pero no siempre buenos resultados…

Es importante desarrollar nuevos productos, trabajar de manera distinta, introducir la tecnología, es necesario, pero nunca ha sido suficiente para garantizar el éxito.

Un caso famoso fue el de la introducción por Coca-Cola del producto “New Coke” en 1985. Con 100 años de vida, Coca-Cola decidió cambiar su fórmula secreta por una más suave con el objeto de competir con el crecimiento de la cuota de mercado de Pepsi.

La reacción de rechazo de los consumidores fue tan importante que en solo 3 meses, Coca-Cola se ha visto en la obligación de volver a la fórmula original. Una innovación casi les cuesta el liderazgo de su mercado.

Así que debemos preguntarnos: ¿Puede haber un equilibrio entre tradición e innovación? Y ¿Qué equilibrio?

La respuesta está en las fortalezas de cada una de ellas.

De la Tradición hemos de mantener 3 cosas muy importantes:

·         los valores de la empresa

·         la experiencia que buscan sus clientes

·         las relaciones desarrolladas en su plantilla.

Sobre estos fundamentos y garantizando su permanencia, podemos introducir la innovación.

Si introducimos nuevos productos, cambiando la experiencia de sus clientes, el resultado puede ser desastroso.

Si introducimos una nueva manera de trabajar, y la misma es disruptiva con sus valores fundamentales, corremos el riesgo que el rechazo de la plantilla impida que consigamos el beneficio buscado.

Si introducimos las nuevas tecnologías en nuestra empresa, y no vigilamos que los trabajadores la acepten positivamente, dichas mejoras podrían generar un desequilibrio que impida su desarrollo y su utilización eficiente.

El equilibrio es el arte del Líder Empresarial. El arte de moverse en la inmovilidad e inseguridad. El equilibrio no es estático, sino que, en constante movimiento.

Una relación de fuerzas continuas que se gestionaran de modo a sacar el máximo provecho de las distintas fortalezas: las de la Tradición con los beneficios de la Innovación.

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